Medicina

Del grupo léxico médico, es una palabra heredada de los romanos con los mismos valores iniciales que tenía para ellos, a saber: el de ciencia o arte, y el de medicamento o remedio. En la actualidad, el término “medicina” tiene asignado un valor más, de gran peso específico: el de organización. En esta ampliación del significado se refleja (igual que en la enseñanza, por ejemplo) el gran salto de la actividad individual, a la organización potentísima del sector en torno a un cuerpo de doctrina en constante evolución y a unas complejísimas estructuras profesionales y económicas, que han trascendido totalmente la individualidad. El universo de la medicina se gobierna como una de las más potentes industrias, en primera fila en cuanto a desarrollo, investigación y organización; y cuenta con importantes ramificaciones en sectores tan potentes como la agricultura, la ganadería, la industria de elaboración de alimentos y la cosmética.

Yendo al origen latino tenemos, en primer lugar, que la palabra medicina forma parte de un extenso campo léxico formado por una treintena de palabras, entre las que destacan el verbo medeor, cuyo significado primario es cuidar, tratar, y de ahí aplicar remedios (medelae); el participio presente medens, medentis, que funcionó como primitivo nombre del médico (Democrates, e primis medentium = Demócrates, uno de los primeros médicos); el femenino de médicus, que tanto nos cuesta asimilar a la lengua española (al hablante le suena mejor «doctora»): médica, en consonancia con el verbo medeor del que procede, era para los romanos la partera, la comadrona, la enfermera; medicábulum era el lugar adecuado para curarse; medicina llamaban los romanos a la ciencia de curar (que nosotros entendemos por medicina) y a la cirugía. Tenían también fijado para esta palabra el valor de medicamento: medicinam facere alicui = preparar una medicina para alguien. En la fábula de la grulla y el lobo, de Fedro, en la que se atraganta el lobo, vemos claro el valor de cirugía: gruis periculosam fecit medicinam lupo= la grulla le hizo la peligrosa intervención al lobo. Hay que señalar como curiosidad que los romanos llamaban tanto medicina como medicamentum y medicamen a los aceites, tinturas, cremas, ungüentos y pomadas de uso cosmético. El único adjetivo con que calificaban los romanos la medicina, era el de veterinaria, aunque preferían medicina iumentorum, medicina pécorum, mulomedicina. En cambio hoy los adjetivos son numerosos: medicina clínica, medicina doméstica, laboral, legal, forense, pública, privada, preventiva y un largo etcétera, resultado de la extraordinaria evolución que ha experimentado y del enorme peso social que tiene.

Pasando de la medicina al médico, seguimos dependiendo del latín médicus, que significa igual que entre nosotros, médico, cirujano. Y como entre nosotros, tiene también la forma adjetiva médicus, a, um, con el significado de medicinal; y también con el de encantador, hechicero, experto en sortilegios. Vale la pena recordar que antiguamente se distribuyó el trabajo entre el médico (que era el sabio que creaba las medicinas), al que no le estaba bien mancharse las manos; y el cirujano, a cuyo cargo quedaba todo el trabajo manual. Este menester quedaba en manos del barbero.

La palabra “médico” no ha crecido sola. Forman su entorno como antecedente, el verbo medeor; en el mismo plano, medicare, medicina, medicamen, medicamentum, remedium, irremediábilis. La similitud de forma y de significado con el griego medw (médo) y μεδεω (medéo) induce a pensar que el equivalente latino deriva del griego, o que ambos derivan de una misma lengua anterior. En su forma activa significa medir, regular, contener en una medida; en voz media, en cambio (μεδομαι /médomai) significa ocuparse de, preocuparse de, soñar en, pensar en, desear. El sustantivo obtenido del participio presente (μεδων / médon) (=el que se preocupa de, el que tiene alguien a su cuidado), se traduce como «jefe», «rey». La forma μεδεω significa además «reinar». “De casta le viene al galgo”, dice el refrán. Resulta que en su mismo origen, el rey y el médico están emparentados. Quizá estaba escrito ya en las estrellas, que los “cuidadores de la salud” acumularían tanto poder… y tanto dinero (especialmente los laboratorios, parte capital del sistema). No olvidemos al respecto, que lo que más apreció el enfermo del médico, fueron sus “remedios”, es decir los medicamentos. Y recordemos de paso que al médico (igual que al abogado) se le retribuía por lo que valía, no por lo que hacía o trabajaba. Por eso su retribución tenía el concepto de “honorarios” (honoris causa), y jamás el de sueldo, salario, paga, etc. que correspondían al estamento servil.

Función del médico era, pues, preocuparse por el enfermo. Eso explicaría que durante siglos haya funcionado la medicina a distancia. Se consideraba normal que el médico ni viese al enfermo. Lo suyo era fundamentalmente saber y decidir. La visión directa del enfermo no se consideraba que aportase nada decisivo para su curación. Y la fe de éste no nacía de la visión del médico, sino de conocer su dedicación. Pero donde se concentraba finalmente toda la fe del enfermo, era en la medicina. La principal actividad del médico no era, pues, visitar ni cuidar enfermos, sino «crear» para ellos las medicinas adecuadas. Dar con la «fórmula magistral». El enfermo confiaba en el médico en tanto en cuanto éste acertaba a diseñar la medicina adecuada, cuyo secreto se blindaba por todos los medios (uno de ellos, la receta ininteligible). Probablemente es la propia inercia que viene de tan lejos, la que impulsa a muchos pacientes a reclamarle recetas al médico y a acumular cantidad de medicinas; y es también esta misma inercia la que ha hecho posible el mantenimiento de una asistencia primaria basada casi exclusivamente en la receta, como sucedáneo de la asistencia médica.

Obsérvese, sólo de paso, que en la muy probable conexión entre el “médicus” latino y el “médon” griego, se ha mantenido a pesar de los milenios una extraña conexión: el médon griego era uno de los nombres del “rex” latino, dos términos del mismo campo semántico: el que se refiere al cuidado, la preocupación y, como extensión de ésta, la autoridad. La variación léxica latina de rex (rego, régere, rectum) nos da una idea clara de la extensión de este campo significativo. Del cuidar (medéo, régere, rectum), se pasa al mandar (médo/médon, rex) en un abrir y cerrar de ojos. Hemos pasado del ιατρος (iatrós,médico) a la iatrocracia (el dominio de los médicos y el poder de la medicina) sin habernos enterado siquiera. Pero el poder ahí está, y está entre los más grandes y absolutos que rigen nuestra sociedad: nunca jamás tuvo tanto poder el sistema que rige nuestra salud (cada vez hay más dudas sobre si realmente la “cuida”). Y obsérvese también que mientras la medicina, comandada por la farmacología, ha ido a ocupar áreas cada vez más explícitas y extensas de poder (los médicos están a punto de ser declarados “autoridad civil”) la terapéutica (de origen servil) se ha quedado en el ámbito estricto de los cuidados y de la salud.

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Cuando el médico era médicus, es decir en la cultura romana, aún se creía que traía poderes heredados del hechicero de la tribu; que era un encantador, un experto en sortilegios, que tenía algún tipo de contacto con las fuerzas y con los espíritus de la naturaleza, y que gracias a ello obtenía la curación del enfermo. Cuando la ciencia no tiene respuesta, cuando no se conoce la naturaleza de la enfermedad y por tanto no hay capacidad de intervención, se recurre a la invocación de poderes naturales y sobrenaturales. En culturas primitivas era ésa la práctica habitual de la medicina; y en culturas más evolucionadas es un recurso excepcional, pero no ya de carácter médico, sino exclusivamente mágico-religioso.

Ésta fue la medicina sustitutiva de una ciencia que no existía. Incluso en Grecia, patria de la razón, la medicina nació en los templos porque se consideraba que eran finalmente los dioses los que daban y quitaban la salud; e incluso hoy, el enfermo que no ha encontrado remedio en la medicina, antes de tirar la toalla y considerar irreversible su enfermedad, recurre a lo ancestral, al curandero, o a los santos milagreros y a sus templos (hoy es el de Lourdes el que registra mayor actividad). Miles de exvotos dan fe de ello. El índice de eficacia de estas prácticas es muy bajo. Funcionan en tanto en cuanto actúan sobre el componente psíquico que acompaña a toda enfermedad, y solamente cuando éste forma parte sustancial de la etiología y por tanto es capaz de arrastrar a las demás causas. E incluso eventualmente fuera de toda explicación de cualquier tipo.

Si la enfermedad es para el romano aegritudo (melancolía, pesadumbre, aflicción, tristeza), es decir algo fundamentalmente anímico, se entiende que el médico tenga que actuar por una parte sobre el espíritu del enfermo, y por otra se tenga que entender con los espíritus de la naturaleza, al tiempo que aporta los remedios que ahuyenten el mal espíritu que se ha apoderado del enfermo; y que este concepto de médico conviva con el científico que se va abriendo paso. Éste es el concepto holístico de la medicina, pero está muy lejos de entenderlo así la medicina convencional.

Ni las expectativas del enfermo respecto a los «poderes» del médico vienen de la nada, ni le van mal a la medicina estos excesos de fe. La medicina, por científica y tecnificada que sea, no puede ni debe prescindir del componente psíquico de toda enfermedad (ahí está la Nueva Medicina Germánica), puesto que en el menos eficaz de los casos, contribuye a alimentar la fe del paciente y a aliviar en alguna medida su estado de postración (aegritudo).

La pertinacia del enfermo por seguir viendo en el médico al heredero del mago, nos ha dejado dos profundas huellas léxicas: la primera, que el hablante le asigna a todo médico el más alto título académico, «doctor», porque necesita verlo en el más alto nivel del saber. Y la segunda, que se empeña en adjudicarle al médico la facultad de devolverle la salud, de manera que cuando se le dice que el médico sólo cuida («cura») al enfermo, y que es la naturaleza la que le «sana» (Médicus curat, natura sanat), el hablante vuelve a su idea, asignando al término «curar» el valor de «sanar».

Y una última reflexión sobre el dificilísimo camino de entrada que tiene el agua de mar en la medicina. El sistema de salud sólo entiende el “medicamento” como recurso de curación autoaplicable por el enfermo, previa prescripción médica. De ahí que el agua de mar haya podido penetrar en el santuario médico por la única puerta legítima: como producto de laboratorio, con todo lo que ello comporta de formas de promoción y precios. Y ni siquiera con la categoría administrativa de medicamento, sino únicamente como “complemento alimentario”. En Francia fue medicamento durante muchos años y figuró como tal en el Vademécum francés (el Dictionnaire Vidal), hasta que lo hizo inviable la nueva normativa europea del medicamento. En cambio el sector terapéutico la tiene en gran aprecio y la recomienda no sólo como “medicamento” en numerosas terapias, sino también como complemento alimentario y como recurso culinario.

Mariano Arnal

La sangre se puede sustituir por agua de mar (Discovery Salud nº161)

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En 1974 se realizó en la Universidad de La Laguna de Tenerife un singular experimento: diez perros recogidos de la vía pública en deficientes condiciones de salud fueron utilizados para constatar que ¡la sangre puede ser sustituida por agua de mar! El trabajo fue titulado Experiencias de utilización de plasma marino como sustituto de la sangre pero nadie hizo caso. En 2003 los autores de aquel experimento firmarían un documento avalando de nuevo sus conclusiones pero otra vez fue ignorado. Han pasado diez años desde entonces y quienes deberían haber valorado la importancia de este hallazgo siguen ocultándolo… para proteger a quienes negocian con la sangre. Pues bien, nos ha explicado todo ello en detalle uno de aquellos investigadores -miembro por cierto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas- y aportamos además otros testimonios realmente esclarecedores.

En 1897 el famoso investigador francés René Quinton presentó en el Laboratorio de Fisiología Patológica del Collège de France -una de las instituciones francesas más reputadas actualmente dividida en cinco departamentos: ciencias matemáticas, ciencias físicas, ciencias naturales, ciencias filosóficas y sociológicas, y ciencias históricas, filológicas y arqueológicas- los primeros estudios que demostrarían que la sangre puede sustituirse con agua de mar dada la similitud de su composición bioquímica. Según cuenta André Mahé en su libro El secreto de nuestros orígenes (1962) -reeditado en 1999 con el título El plasma de Quinton- el investigador francés extrajo a través de la arteria femoral de un perro de 10 kilos toda su sangre –tardó 4 minutos- e inmediatamente después le inyectó agua de mar; exactamente 532 centímetros cúbicos a 23º C para lo que necesitó 11 minutos. Pues bien, a pesar de que el desangramiento total del animal debió haberle llevado a la muerte porque la falta de sangre hizo que durante varios minutos sus tejidos no recibieran oxígeno –cerebro incluido- y perdiera nutrientes, el animal se recuperaría por completo. A pesar de que la capacidad de su organismo para combatir infecciones tras la operación había quedado menguada, problema que se hubiera agravado si el agua de mar hubiera resultado ser tóxica.

El primer día el perro permaneció tumbado e inmóvil pero el segundo empezó ya a corretear a pesar de que apenas tenía 2.900.000 glóbulos rojos cuando antes de ser desangrado tenía 6.800.000. El tercer día, empero, la herida se infectó, supuraría y le subiría la temperatura a 40º C siendo su estado preocupante. Al cuarto día comenzaría sin embargo a mejorar constatándose que había aumentado en su sangre tanto el número de glóbulos rojos y blancos como la hemoglobina. Esa misma tarde ingeriría ya 400 gramos de carne mejorando a partir de ese momento rápidamente. “El restablecimiento fue rápido –explicaría Mahé- Al octavo día sus manifestaciones de alegría llegarían a ser incluso exageradas a pesar de que apenas comenzaba a mover las patas; exceso de vivacidad que se acentuaría en los siguientes días”. En 1902, cinco años después, el perro -al que se había llamado Sodio en recuerdo del experimento- falleció en un accidente.

Satisfecho con los resultados Quinton repetiría sus experimentos con otros perros. Es más, iría más allá al inyectar bruscamente a un perro de apenas 5 de kilos ¡3 litros y medio de agua de mar! en apenas 50 minutos de forma que a los riñones no les diera tiempo a eliminarla y su organismo se transformara en “una masa de agua marina”. Sin embargo a pesar de la dramática reacción inicial que sufrió -trastornos funcionales, ralentización cardiaca y abolición del reflejo corneal- Quinton contaría que al undécimo día “el animal, enteramente repuesto, mostraba una alegría y exuberancia extremas a pesar de haber permanecido cinco días en los sótanos. Y su peso no ha variado: ha vuelto a ser de 5 kilos”.

En un tercer grupo de experimentos Quinton conseguiría demostrar que los glóbulos blancos, tan delicados que son incapaces de sobrevivir en un medio artificial, sí sobreviven en agua de mar. Para ello experimentaría con glóbulos blancos de un pez –concretamente de una tenca-, de un batracio –una rana-, de un reptil –un lagarto- y de tres mamíferos: conejo, perro y ser humano. Lo que hizo fue simplemente extraer sangre de cada especie y diluirla en agua de mar. Y en todos los casos los glóbulos blancos bañados en agua de mar se mantendrían vivos y con todas sus propiedades.

Porque el agua de mar no es simplemente “agua salada”: contiene los 118 elementos de la tabla periódica en su forma orgánica y biodisponible aunque un 85% sean iones de sodio y cloro. De hecho su composición es similar a la del líquido extracelular y se trata por tanto de un auténtico suero fisiológico natural concentrado capaz de satisfacer totalmente las necesidades minerales de las células en todos los seres vivos de la escala animal y humana.

Por eso, tras constatar esa similitud del agua de mar con el medio interno humano, Quinton probó el agua de mar isotónica -la que tiene la misma concentración de sales que el suero de nuestra sangre (9 gramos por litro)- en pacientes terminales inyectándosela directamente en vena. Es decir, agua de mar diluida con agua destilada; una práctica que modificaría rápidamente sustituyendo el agua destilada –muy ácida- por agua de manantial filtrada. Como sustituiría igualmente la vía intravenosa por la subcutánea.

Terminado su protocolo de actuación éste empezaría a aplicarse con notable éxito en hospitales, asilos y servicios de París, Mouleaux, Lalesque y Festal tratándose así a pacientes con gastroenteritis infecciosa, sífilis, tuberculosis y muchas otras patologías que se superarían completamente o mejorarían de forma notable. Quinton experimentaría asimismo con suero fisiológico pero pronto lo desecharía al constatar que los resultados con agua de mar son mejores. El éxito sería tan notable que en 1903 el uso del plasma marino de Quinton sería reconocido por la Sanidad francesa; fue el primer producto definido como medicamento por el estatuto de 1942 y, es más, la Seguridad Social gala decidiría costearlo hasta 1982. Y es que el agua de mar ayuda a curar o mejorar en patologías tan dispares como el cansancio, la astenia, el agotamiento físico, la desnutrición, la anemia, la fatiga crónica, la anorexia, los trastornos de senescencia, los problemas gastrointestinales, la gastroenteritis, el estreñimiento, la disentería, la tuberculosis, la esclerosis en placas, las infecciones, la coriza, la rinitis, la sinusitis, distintas alergias, las afecciones de la piel –incluidos el prurito, la urticaria, la dermatitis y la psoriasis-, las quemaduras, el asma, la sinusitis, los problemas de próstata, la artritis, la osteoporosis, la bronquitis, la gingivitis, el desequilibrio de los sistemas nervioso central e inmune, la obesidad, la alopecia, la gingivitis, el alcoholismo, la hemofilia, el estrés, la depresión del sistema inmune, los problemas óseos y los vómitos del embarazo, entre otras dolencias.

No nos extendemos en cualquier caso en sus propiedades dado que hemos hablado de ello ampliamente como el lector puede comprobar entrando en nuestra web –www.dsalud.com- y leyendo los artículos que con los títulos El agua de mar purificada cura diversas enfermedades y El agua de mar es la solución de muchas patologías aparecieron en los números 30 y 117 respectivamente.

Sí queremos explicar en cambio que algunos de aquellos experimentos de Quinton fueron reproducidos en España ¡casi un siglo más tarde! Y lo hizo en 1974 un grupo de investigadores en la Universidad de La Laguna de Tenerife en la convicción de que si realmente puede transfundirse agua de mar cuando alguien necesita sangre se salvarían miles de vidas cuando en algún lugar se produce una catástrofe natural y hay millares de heridos que la necesitan. Posibilidad que corroborarían aunque lamentablemente su trabajo fue ignorado.

UNA APORTACIÓN EXTRAORDINARIA

El caso es que en 1974, tras unas primeras pruebas en las que se experimentó el procedimiento en una clínica veterinaria, diez perros recogidos de la vía pública en condiciones deficientes, desnutridos, con alteraciones nerviosas y en la piel (sarna y eczemas) y edades comprendidas entre los 2 y los 5 años fueron utilizados en el animalario de la Facultad de Medicina de la tinerfeña Universidad de La Laguna para realizar estos experimentos; primero en el departamento de Fisiología y después en el de Endocrinología de la misma facultad. Trabajo cuyos resultados serían publicados en el artículo Experiencias de utilización del plasma marino como sustituto de la sangre.

En una primera serie de pruebas se utilizaron dos de los perros extrayendo 750 ml de sangre a uno de ellos -lo suficiente para provocarle un shock hipovolémico (colapso que se produce cuando al no llegar suficiente sangre a las células éstas no puedan realizar sus funciones y muchos órganos dejen de funcionar)- y al otro sólo 300 ml. E inmediatamente a continuación se les administró a ambos por vía intravenosa agua de mar isotónica -preparada según las indicaciones de Quinton- en cantidad similar a la de la sangre extraída. Pues bien, a los tres días –según explica el estudio- el estado de salud del primer animal -que debería haber muerto- era “completamente normal dando muestras de gran actividad. Transcurridas tres semanas desde la sangría y la consiguiente transfusión de plasma marino practicadas se observó en el perro una considerable revitalización presentando la piel y el pelaje un aspecto incomparablemente mejor que el que tenían antes de la operación”. Lógicamente el animal al que se extrajo una menor cantidad experimentó una mejoría aún más rápida.

Tras comprobarse en ambos perros la satisfactoria recuperación de su dotación sanguínea en solo dos semanas se procedió a la segunda serie de experimentos. En ellos se extrajo sangre a los otros ocho perros hasta provocarles un shock hipovolémico para inmediatamente después inyectar a cuatro de ellos agua de mar isotónica (también denominada plasma marino). Plasma que fue preparado en los propios Laboratorios Quinton de Pessac en Francia aunque como se terminó antes de finalizar el experimento el resto lo fabricaría el propio equipo investigador utilizando agua de mar recogida a 10 metros de profundidad en ultramar que fue luego diluida al 50% con agua de manantial de monte. A los otros cuatro perros se les aplicó sólo suero fisiológico salino corriente. Bueno, pues los animales que fueron primero tratados con agua de mar isotónica y luego hipertónica (agua de mar mezclada al 50% con agua de manantial y que Quinton bautizó como Duplse Quinton) despertaron al cabo de tres a cuatro horas de terminada la perfusión mientras los perros del grupo control lo hicieron más tarde.

“Los resultados obtenidos –declararían los investigadores en sus Conclusiones- tanto en la primera como en la segunda serie de experiencias destacan el valor del plasma marino para reemplazar plasma sanguíneo con notables ventajas respecto al suero fisiológico así como su indudable valor terapéutico, reflejado en la recuperación de las afecciones que sufrían los perros sometidos a los experimentos que se han descrito”.

Lo insólito es que a pesar de la evidente importancia y trascendencia de este trabajo tales experimentos no despertaron el interés de la comunidad científica. De hecho para encontrarlos hay que buscarlos en las Actas del Congreso de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica del año 2004.

Y eso que un año antes, en 2003, en el marco del Primer Encuentro Interuniversitario sobre el Agua de Mar que organizaran conjuntamente Prodimar y la Fundación Aqua Maris, los investigadores supervivientes se reafirmarían en los resultados de su estudio de 1974. “De este documento –escribieron en el 2003-, cuya finalidad es que sea publicado en un medio científico como apoyo o aval para los Dispensarios Marinos que operan actualmente en diversos países con el propósito de detener las muertes por hambre en el mundo, damos fe quienes hemos sobrevivido después de las experiencias de aquella época. Y para que así conste estampamos nuestra firma refrendada por el sello de la entidad hospitalaria y académica que representamos actualmente”.

Es más, durante la reunión se repitió el experimento y otros diez perros fueron desangrados sustituyéndose su sangre por agua de mar natural. El experimento, realizado en el Hospital Veterinario San Antonio de Tenerife, fue supervisado por los veterinarios del centro y estuvieron presentes el doctor Ángel Gracia -especialista en las propiedades del agua de mar y autor de varios libros sobre el tema-, Laureano Domínguez -impulsor del uso del agua de mar natural en dispensarios marinos- y la veterinaria Irene de la Torre -que entonces estaba realizando su tesis y quien nos confirmó que los experimentos se realizaron con agua de mar natural y que el experimento fue un éxito. De los 10 animales sólo murió uno aunque según un portavoz de Aquamaris la autopsia posterior determinaría que su muerte se había debido a una enfermedad previa no detectada y no al experimento. Sea como fuere los resultados de aquel experimento se ocultaron de nuevo. Al punto de que ni siquiera las entidades que intervinieron en la organización del encuentro han conseguido luego acceder a los documentos con los resultados finales del mismo.

EL AGUA DE MAR ISOTÓNICA, PERFECTO SUSTITUTO DE LA SANGRE

¿Y quiénes fueron los osados investigadores que en 1974 decidieron ir con el agua de mar más allá de lo que la ortodoxia aconseja y merecen nuestro reconocimiento aunque sea 38 años después? Pues Juan José Gómez Rueda -miembro del Centre International de Recherches Biologiques de Genéve-Paris y representante en Europa de la Cruz Roja mexicana-, M. Moré Ocaña -catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga-, G. González Hernández -médico especialista en Endocrinología-, F. Pinedo González –veterinario-, C. González García -Jefe de Servicio del Laboratorio del Hospital Universitario de Canarias-, A. Milena Abril -catedrático de Fisiología en la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia de la Facultad de Medicina de la tinerfeña Universidad de la Laguna-, C. J. González Gil -ingeniero agrícola del Departamento de Ingeniería, Producción y Economía Agraria de la Universidad de la Laguna- y Carlos Enrique Álvarez González -científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Pues bien, precisamente con éste último, Carlos Enrique Álvarez González -científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) adscrito hoy al Instituto de Productos Naturales y Agrobiología de La Laguna (Tenerife)-, hemos tenido la oportunidad de hablar. Un científico que no duda en mostrarse firme defensor de las propiedades terapéuticas del agua de mar en cualquiera de sus diluciones aunque particularmente apueste en el caso de las transfusiones sanguíneas por la presentación isotónica -al igual que Quinton- no compartiendo la opinión de otros investigadores que sugieren usar directamente agua de mar hipertónica, es decir, sin diluir.

-Díganos, ¿podría decirnos antes de nada por qué se interesó por las propiedades del agua de mar y su utilización para reponer sangre?

-Fue gracias a D. Juan José Gómez de Rueda, representante entonces en Europa de la Cruz Roja mexicana y que residía en Santa Cruz de Tenerife cuando no tenía que estar en Suiza para llevar a cabo su labor en la Cruz Roja Internacional. Resulta que estando en Suiza había entrado en contacto con científicos dedicados a la investigación biológica conociendo por ellos el libro El secreto de nuestros orígenes escrito por André Mahé en 1962 en el que se explican los asombrosos descubrimientos que René Quinton había realizado entre finales del siglo XIX y principios del XX sobre el agua de mar y sus aplicaciones; libro que sería traducido al español y publicado en 1999 con el título El Plasma de Quinton en el que se daba cuenta de unos experimentos de René Quinton en los que extraía sangre a perros y la sustituía por agua de mar isotónica; como asimismo hablaba de las curaciones de diversas personas tras ingerir agua de mar diluida. Lo que en aquel libro se contaba nos pareció increíble así que decidimos realizar nosotros mismos el experimento más sorprendente: la sustitución en perros de sangre por agua de mar isotónica aprovechando que en Francia se vendía bajo el nombre de plasma de quinton. Debo decirle que yo, personalmente, dado el sentido que en español tiene la palabra plasma cuando uno se refiere a la sangre, prefiero utilizar el término suero. El caso es que ayudados por un médico especialista en Endocrinología y por un veterinario procedimos a extraer aproximadamente dos tercios de la sangre de algunos perros y a sustituirla por suero de quinton. Por cierto, que el primer perro con el que se hizo el experimento -como le habíamos aplicado agua de mar le llamamos Neptuno- se lo llevó luego el especialista en Endocrinología a su casa donde vivió varios años con plenitud de fuerzas.

Naturalmente el éxito logrado nos animó a hablar de la experiencia a varios médicos del hospital hasta que finalmente el doctor Milena Abril, catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina en la Universidad de La Laguna de Tenerife, aceptó cedernos sus dependencias para llevar a cabo los experimentos.

-¿Y cómo transcurrieron éstos?

-Pues pudieron hacerse gracias a la buena voluntad y disposición de todos los que finalmente figuramos como autores del trabajo. La verdad es que los medios fueron precarios pero suficientes. Obviamente nuestra expectación era enorme. Nos motivaba mucho pensar en las posibilidades que aquello podría ofrecer si salía bien. Podía catapultar la utilización de suero de Quinton en situaciones de urgente necesidad de sangre e, incluso, sustituir el suero fisiológico, formado únicamente por cloruro sódico, en los hospitales.

-¿Contaron con apoyo oficial?

-Desgraciadamente el apoyo oficial fue nulo. Y a pesar de los extraordinarios resultados obtenidos ni una sola autoridad médica se interesó en ello. Ni siquiera el catedrático de Fisiología que nos había permitido hacer las experiencias en su laboratorio. No ya por su posible uso en transfusiones sanguíneas sino al menos como alternativa al simple suero fisiológico. Así que no le digo ya de las otras propiedades terapéuticas descubiertas por Quinton o de plantear otras nuevas…

-¿Para usted el experimento fue concluyente?

-Sin duda. Para mí quedó muy claro que el suero de Quinton o agua de mar isotónica puede usarse cuando se precisa sangre. No hay necesidad de inyectar sangre ajena de una tercera persona porque la recuperación de la dotación sanguínea se realiza en un tiempo relativamente corto. Todos los animales tratados recuperaron su vitalidad en poco más de una semana. Es más, su vitalidad era superior al cabo de un mes a la que tenían los perros antes.

-¿Entonces no alberga duda alguna de que es posible sustituir la sangre perdida a causa de una hemorragia por agua de mar isotónica?

-No, no tengo la más mínima duda. Los experimentos de Quinton y los que hicimos nosotros demuestran claramente que no solo es posible sino que tiene una gran ventaja sobre las transfusiones de sangre: se evita la posibilidad de transmisión de enfermedades o posible tóxicos.

-Suponemos que agua de mar filtrada si se trata de inyectarla en vena….

-Obviamente. Hay que utilizar suero de Quinton, no agua de mar natural. Hoy hay demasiados tóxicos en el agua de nuestros mares y océanos. Y no niego la realidad y validez de las experiencias realizadas por Laureano Domínguez junto a otros médicos y veterinarios con los que se relaciona que demuestran que la ingesta de agua de mar obtenida cerca de la playa en costas limpias pero previamente decantada es igualmente útil para afrontar casos de desnutrición, equilibrar el organismo y ayudar en muy diversas patologías (lea en nuestra web –www.dsalud.com- el artículo que sobre este tema publicamos en el 153 con el título Dispensarios marinos: previniendo y tratando todo tipo de enfermedades).

Me gustaría de hecho hacer hincapié en que el abanico de enfermedades que permite afrontar con éxito el suero de Quinton es muy amplio. Y lo más probable es que fuese aún mayor si se hubieran dedicado los esfuerzos y medios económicos necesarios. Hay que tener en cuenta que pueden derivarse efectos positivos diferenciados según se use suero isotónico o suero de Quinton, suero hipertónico (concentración de sales superior a la de la sangre) o suero hipotónico (menor cantidad de sales que en la sangre).

-Y si consideraron los experimentos realizados tan importantes, ¿por qué no hicieron ustedes otros nuevos después?

-Porque eso requiere medios, tiempo, esfuerzo y dinero. La investigación que permite aprobar una sustancia como medicamento es enormemente cara y no teníamos medios económicos, ni disponíamos de un equipo interdisciplinario de profesionales, ni mucho menos de lugares donde hacer los experimentos.

-Pues debió ser frustrante haber hecho una comprobación tan contundente de los trabajos de René Quinton y que nadie les hiciera caso…

-Puede asegurarlo. Nosotros quedamos tan convencidos de las extraordinarias propiedades del agua de mar, especialmente en forma isotónica, que lo que hicimos fue utilizarla todos para nuestro propio beneficio y los de nuestros familiares, allegados y pacientes. Y de paso contamos todo a otros colegas de nuestro entorno para que hicieran lo mismo. El problema es que en los años 80 se cambiaron las leyes sobre los medicamentos y el laboratorio que producía el plasma o suero de Quinton en Francia cerró por lo que durante un tiempo nos vimos obligados a producir el suero nosotros mismos; obviamente solo para nuestro uso particular. Afortunadamente hoy ya es posible encontrarlo de nuevo en farmacias y herbolarios.

-¿Y qué piensa del silencio impuesto en torno a las posibilidades del agua de mar?

-Como persona dedicada a la ciencia me parece anticientífico el olvido al que se ha sometido al sistema terapéutico de Quinton con agua de mar y de quienes le siguieron al saber que el sistema funciona. Obviamente no se trata de una panacea pero hay muchas patologías que probablemente pudieran curarse utilizando y desarrollando la metodología propuesta por el sabio francés.

Tras dar las gracias al profesor Álvarez por habernos narrado en primera persona su singular experiencia, ignorada aún hoy –por no decir despreciada- por el propio Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) -en el que sigue trabajando- al igual que han hecho las distintas administraciones españolas de todo signo político, las universidades, los colegios médicos, las organizaciones profesionales, los laboratorios, los centros de investigación y hasta las ONGs y la mayoría de los medios de comunicación nos pusimos en contacto con el Dr. Marco Payá, Director Médico de Laboratorios Quinton International desde hace más de 20 años y miembro de nuestro Consejo Asesor desde su creación. Y es que hoy el plasma de Quinton se fabrica para todo el mundo en un laboratorio radicado en Cox -población de Alicante (España)- que proporciona agua de mar –tanto isotónica como hipertónica- introducida en ampollas de cristal.

-Díganos, doctor, ¿sigue el laboratorio preparando el plasma de Quinton siguiendo a rajatabla los protocolos originales del insigne investigador francés?

-Ciertamente. El agua de mar se recoge primero en zonas muy precisas del Golfo de Vizcaya cumpliendo todas las normas de sanidad. A 30 metros de la superficie y a 10 metros del fondo, en zona de vórtex, porque ahí el agua es de excepcional pureza y es donde más se reproduce la vida. Una vez recogida se transporta a los laboratorios manteniéndola a una temperatura de 4 grados centígrados. Luego, una vez en él y en un ambiente completamente aséptico, se esteriliza en frío para que no pierda sus propiedades terapéuticas y se la pasa por un microfiltro de apenas 0,22 micras; sin que esté nunca en contacto con metales o procesos eléctricos a fin de preservar su carácter de medio vivo. Y finalmente se envasa al vacío en ampollas bebibles de vidrio. Comercializándose sin diluir como Quinton Hipertónico –cuya concentración es de 33 gramos de sales marinas por litro- o diluida como Quinton Isotónico y una concentración de 9 gramos de sales marinas por litro. Dilución que en este segundo caso se hace mezclando el agua de mar filtrada con agua de manantial igualmente filtrada y de mineralización muy débil. Agregaré que recientemente ha empezado a comercializarse en forma de spray para tratar afecciones dermatológicas así como para su uso en las fosas nasales.

Siendo importante la diferencia de pH entre una y otra. El agua de mar hipertónica es muy alcalina ya que tiene un pH de aproximadamente 8’1 mientras que en la diluida o isotónica está muy equilibrado pues es de 7’2.

-¿Y cómo se comercializa? Porque no está considerada un medicamento…

-En la Unión Europea sólo se permite en la actualidad en spray para uso tópico y en ampollas de vidrio bebibles para su ingesta tendiendo la consideración de “complemento dietético”. Se autorizó como “suplemento nutricional revigorizante y fortalecedor de la función del organismo”.

-¿Y cómo se ingieren las ampollas?

-Deben tomarse con el estómago vacío 20 o 30 minutos antes de las comidas u hora y media después.

Bebiéndola tal cual. Sus particulares propiedades de absorción disminuyen si se mezcla. Es mejor tomarlas solas.

-¿Tiene su ingesta contraindicaciones o efectos secundarios?

-No se han descrito ni incompatibilidades ni efectos secundarios pero no se recomienda el hipertónico a las personas con la presión sanguínea alta ni con patologías renales o cardiacas dado su contenido en sodio. En cambio pueden tomar sin riesgo el isotónico.

-Ustedes conocen bien las posibilidades de utilizar agua de mar como sustitutivo de la sangre. Y de hecho sabemos que antes se usaba el plasma de Quinton para ello en Francia. ¿Por qué no ahora?

-Hasta 1982 el suero de Quinton se usó en Francia como inyectable, tanto por vía subcutánea como intravenosa. Es más, el propio Vademecum francés explicaba que podía utilizarse en clínicas y hospitales en lugar del suero fisiológico e incluso como sustitutivo de la sangre. A partir de ese momento dejó de poder hacerse porque las nuevas normas aprobadas en Europa exigían unas especificaciones de fabricación que el laboratorio allí instalado no cumplía; normas que en cambio sí cumple el laboratorio que posteriormente se abriría en Cox (Alicante) y que cuenta hoy con la unidad de microfiltración en frío más moderna de Europa. Esa es la única razón. De cualquier manera sabemos que hay personas que lo utilizan como inyectable de manera alegal. El suero fisiológico no deja de ser más que agua bidestilada con sal y ya Quinton lo desechó sustituyéndolo por agua de manantial microfiltrada a la que añadiría cloruro sódico. Pero evidentemente lo mejor es el agua de mar isotónica porque además lleva los 78 minerales que existen de forma natural en la Tierra y no contiene sustancias radiactivas.

-Sin embargo el plasma de Quinton solo está hoy legalmente autorizado como complemento alimenticio. ¿Por qué no como “medicamento” dadas sus constatadas propiedades?

-Se elabora como complemento alimenticio para su ingesta cumpliendo escrupulosamente la actual normativa de la farmacopea europea: es decir, es un complemento que se fabrica como si fuera un medicamento. El agua de mar pasa por una doble filtración en frío y el resultado es un líquido apirógeno –no produce fiebre- y estéril. Y no está reconocido como medicamento porque hay una “pega” para conseguirlo: que de un lote a otro hay siempre pequeñas diferencias ya que el mar es algo vivo y las proporciones de sus componentes cambian. Y esa pequeña diferencia en la concentración de los minerales hace que no podamos cumplir con los protocolos exigidos en la actualidad para solicitar la propiedad de inyectable.

-¿Cree que en el futuro podrán retomarse los experimentos iniciados por Quinton?

-Recientemente se ha presentado en un congreso internacional de inmunología una experiencia similar a la que en su día llevó a cabo Quinton demostrando que los glóbulos blancos sobreviven una semana en una solución de agua de mar isotónica cuando no llegan a un día en el medio internacional de prueba. Lo hizo el doctor José Miguel Sempere Ortells, médico inmunólogo de la Universidad de Alicante. Y lo realmente sorprendente en que esta ocasión se ha constatado que los glóbulos blancos colocados en agua de mar isotónica aumentan la secreción de Interleucina 2, del Factor de Necrosis Tumoral Alfa y de Interferón gamma; en otras palabras, los glóbulos blancos humanos en agua de mar isotónica ¡desarrollan sustancias antitumorales! Lo que sugiere que hay mucho aún por investigar.

-Realmente sorprendente. Permítanos una última pregunta: ¿cómo es posible que ante todo esto se siga ignorando el trabajo de René Quinton?

-Por desconocimiento, por ignorancia y porque hay muchos intereses creados. Y en buena medida porque esta información no le ha llegado a los médicos. Es inconcebible que éstos ignoren que el agua de mar es una especie de panacea que permite reequilibrar los metabolismos que no funcionan. ¡Si es útil en casi todas las patologías! Por eso llamo al Quinton Isotónico la “llave de paso universal”.

Antonio F. Muro

Fuente: http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=1816

MANIFIESTO DE MÉDICOS A FAVOR DEL AGUA DE MAR COMO FUENTE DE VIDA Y SALUD

 

Por respeto a los millares de pacientes que han depositado su confianza en el poder terapéutico del agua de mar y en los médicos y que la prescriben desde hace más de 8 años en Nicaragua, los abajo firmantes certifican que:
1. Las bases científicas de lo que llamamos Método Marino fueron instauradas por el gran científico francés René Quinton, hace más de 100 años en Francia. Por sus importantes descubrimientos científicos (le llamaron el Darwin francés) y por haber salvado miles de vidas de morir por las enfermedades que diezmaban a la población en los hospitales de la época, mereció el reconocimiento de la comunidad científica de Paris, por lo que recibió el Premio de la Academia de Ciencias de Francia, equivalente al Premio Nobel de la actualidad. A solicitud del rey de Egipto detuvo con la administración de agua de mar una epidemia de cólera en dicho país.

2. Como remanente de su gran obra quedó el llamado Plasma de Quinton, cuya composición es netamente Agua de Mar, de venta en las farmacias europeas, y presente en el Vademécum de Francia, siendo reembolsado por la Seguridad Social francesa a los asegurados. Todavía hoy en día es prescrito por médicos en Europa y es de uso obligatorio en los deportistas de alto rendimiento, por su gran poder energizante, por ejemplo en los ciclistas que compiten en la Vuelta ciclista a Italia y a Francia.

3. El Agua de Mar se vende actualmente, tal cual, para consumo humano, bebida, en varios países de Europa. Existe una marca española de Agua de Mar, embotellada en un envase de vidrio azul, en cuya etiqueta se lee la marca “Biomaris”.

4. También el Agua de Mar se prescribe y se vende en Canadá desde donde se difunde comercialmente al resto de América Latina, y se conoce con el nombre comercial de “Ocean Plasma”

5. En Nicaragua hemos implementado el Método Marino desde el año 2003, y en diferentes ocasiones se han desarrollado cursos de capacitación para profesionales de la salud y usuarios en general, con la participación de importantes científicos de talla internacional como son:

· Laureano Domínguez, periodista de investigación colombiano, que después de rescatar la gran obra del Dr. René Quinton en Francia, trajo a América Latina y a España el Método Marino. Autor de varios libros, ocupa cargos directivos en las fundaciones Aquamaris y OMDIMAR, ambas españolas y difusoras del Método Marino en el mundo. Ha visitado Nicaragua y nos ha capacitado en diferentes instancias, entre ellas el MINSA, en 3 ocasiones, visitando también la Costa Atlántica (RAAN y RAAS).

· Dr. Wilmer Soler, catedrático de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Ha realizado por lo menos 6 estudios científicos publicados, sobre el uso terapéutico del agua de mar, uno de ellos fue merecedor del Primer Premio Nacional de Ciencia de Colombia. Estos estudios básicamente demuestran que el Agua de Mar es inocua para las células sanguíneas y para el genoma humano (en palabras sencillas: NO PROVOCA NINGÚN DAÑO). También demuestra que el Agua de Mar NO DAÑA NI LOS RIÑONES NI EL HÍGADO, ya que ni las transaminasas, ni la creatinina se alteran después de un consumo prolongado de Agua de Mar.

El Dr. Wilmer Soler ha impartido cursos de 32 horas en las facultades de Ciencias Médicas de la UNAN-Managua Y la UNAN-León en 2 ocasiones. También capacitó en Puerto Cabezas y en otras universidades y hospitales del país.
· Dr. Ángel Gracia, Ph.D., científico español, coautor del libro “El Poder Curativo del Agua de Mar”, presidente de la Fundación Seawater. También ha visitado Nicaragua para capacitarnos en diferentes foros. Uno de ellos fue inaugurado por la Lcda. Margarita Gurdián, en ese entonces viceministra de salud, posteriormente ministra de salud.
· Dr. Héctor Bustos, científico mexicano, coautor del libro “El Poder curativo del Agua de Mar”. Profesor investigador de la Universidad Autónoma de Baja California. Premio Nacional de Oceanografía (2002). Ha impartido cursos de formación en el Método Marino, junto con el Dr. Wilmer Soler en las facultades de Ciencias Médicas de la UNAN-Managua y la UNAN- León.

6. Se han capacitado en estos cursos, a lo largo de estos 8 años, más de 300 médicos, enfermeras y trabajadores de la salud del MINSA de Managua y de diferentes centros de salud y hospitales del resto del país.

7. En los cursos universitarios de formación académica sobre el método marino pudimos conocer estudios científicos europeos, de Japón, y de Colombia sobre la cura de diferentes enfermedades con la ingesta del agua de mar. Estos estudios están a la disposición de la comunidad médica y científica en la Clínica Santo Domingo de los PP Jesuitas en Managua (Teléfono: 505- 22222598).

8. Existen miles de testimonios de pacientes curados con el agua de mar a lo largo de estos 8 años. Si los medios se comprometieran a publicarlos, podríamos enviar 2 casos diarios durante por lo menos dos años.

9. Existen 66 dispensarios marinos en el país, la mayoría de ellos en Managua, pero también en Juigalpa, Somoto, Estelí, Masaya, Jinotepe, Diriomo, Granada, León, Tipitapa, Ticuantepe, Nagarote, etc. En estos lugares se distribuye gratuitamente el Agua de mar a la población.

10. El Agua de Mar, por motivos de logística, se suele recoger de la orilla, en playas limpias, sin cloacas cerca, ni ríos que disminuyan su salinidad. Por diferentes mecanismos como son: la osmosis, la biocenosis, el fenómeno de dispersión, el alto contenido en cloro, los rayos ultravioletas, etc., el Agua de Mar está libre de microbios patógenos. De hecho se comprueba por analítica realizada en el Centro de Diagnóstico Clínico del MINSA.

Algunos pobladores la recogen en alta mar por medio de barcas, pero ello no es necesario, ya que dificulta y encarece el proceso de recogida.

11. El Agua de Mar es trasladada en camiones cisterna y es almacenada en depósitos de plástico bien lavados. La capacidad de almacenamiento y distribución mensual en la Clínica Santo Domingo es de 6 mil litros.

12. El Agua de Mar, según estudios realizados en la Universidad de Miami, contiene todos los minerales y oligoelementos de la Tabla Periódica, y por su contenido en fitoplancton y zooplancton cuando es recogida cerca de la superficie marina, así como la biomasa de bacterias propias del mar, contiene proteínas, vitaminas y ácidos nucléicos, además de otros nutrientes. Estas bacterias propias del mar (9 millones por litro de agua) han sido estudiadas en la Universidad de California, demostrándose que tienen efectos analgésicos, antiinflamatorios y antibióticos (William Fenical, Chem. Rev. 1993, 93, 1673-1683).

13. El Agua de Mar tiene tres ejes principales de acción terapéutica:

· La recarga hidroelectrolítica
· El reequilibrio funcional enzimático
· La regeneración celular
(Philippe Goeb, “Plasma Marino, Plasma Humano”)

14. En cuanto a la recuperación nutricional, podemos ver uno de los casos curados y salvados de morir por el Dr. René Quinton en los dispensarios marinos de Francia, gracias al efecto terapéutico del Agua de Mar. Hay muchos más que constan en la página de la Fundación Aquamaris (www.aquamaris.org) y en el libro del Dr. Quinton: “El Agua de Mar, Medio Orgánico”.

No tomar en cuanta este enorme poder de recuperación nutricional del Agua de Mar y no promover su uso masivo en los países donde cada año mueren millones de niños por desnutrición, ES SER CÓMPLICE DE ESTAS MUERTES!!!

15. Hemos podido comprobar en centenares de casos, que el Agua de Mar, no es contraproducente en los casos de Hipertensión Arterial, ya que después de varios meses de tomar medio litro al día los pacientes hipertensos logran controlar sus cifras tensionales y en muchos casos pueden descontinuar el tratamiento farmacológico, bajo control médico obviamente.

16. Varios casos de Insuficiencia Renal Crónica, con oliguria o anuria (es decir, en palabras sencillas, que no orinan u orinan poco por tener “paralizado” el riñón) al ingerir pequeñas cantidades de Agua de Mar, siempre bajo control médico estricto, empiezan a producir orina, y se han visto disminuciones de la creatinina (último caso del Dr. Villavicencio, que después de tomar 3 meses el Agua de Mar, la creatinina descendió de 12 a 4 !!!). Esto se debe a que tiene un poder estimulador de la nefrona (célula renal) y es diurética.

17. Hay múltiples casos reportados en Nicaragua de eliminación de cálculos renales por la ingesta del Agua de Mar, con Ultrasonidos del antes y el después.

18. Uno de los primeros casos tratados en la Cínica Santo Domingo, fue un caso de cirrosis hepática (el hígado “no funcionaba” por antecedentes de alcoholismo) y después de 4 meses de tomar medio litro de Agua de Mar al día, el paciente ya no necesitó de paracentesis (sacarle 2 galones de líquido ascítico del abdomen cada semana), quedó curado y pudo volver a trabajar. (Testimonio filmado y resguardado en el centro de información de Aquamaris, en la Ceja, Colombia, y el paciente esta disponible para dar su testimonio).

19. Casos de enfermedades de tiroides (hipo e hipertiroidismo) han mejorado con la ingesta del agua de Mar, hasta tal punto que los pacientes han podido descontinuar o disminuir las dosis de medicamentos (con control médico).

20. Casos de cardiopatías severas y arritmias se han estabilizado y compensado gracias a la ingesta cotidiana de Agua de Mar (con control médico).

21. Enfermedades de la piel han mejorado en pocos días después de la ingesta y la aplicación tópica del Agua de Mar. Igualmente ha habido mejoría del estrés, depresión e insomnio, logrando descontinuarse los tratamientos ansiolíticos y antidepresivos (tipo alprazolam, clonazepán, etc). En enfermedades reumáticas desaparece el dolor en la mayor parte de los casos que se acompañan de cambios en la alimentación. Se ha utilizado como cimarrona en alcohólicos para dejar de tomar, con muy buenos resultados.

22. Durante los congresos internacionales sobre el uso terepéutico del Agua de Mar se ha realizado paralelamente la “Semana del Náufrago”, demostrándose claramente con testigos incluidos, que los náufragos no tienen porque morir en alta mar, ya que ingieren de a sorbitos el Agua de Mar que se isotoniza mezclándose con el agua metabólica que produce nuestro cuerpo producto de las reacciones bioquímicas de nuestras células.

23. Nicaragua se ha constituido en el primer país consumidor de agua de mar en el mundo, dada la masiva expansión de su consumo en nuestra población, en base a innumerables testimonios de sus efectos benéficos, que se propagan de boca en boca, más allá de los comentarios desinformados.

24. Hemos representado a Nicaragua con su valiosa experiencia de uso del Agua de Mar en:

· Primer y Segundo Encuentros Internacionales de Terapia Marina “El Agua de Mar, fuente de salud y vida”, Fuerteventura, Islas Canarias, España.
· IV Foro Internacional del Agua, México.
· Séptimo Encuentro Internacional del Agua de Mar, La Ceja, Colombia.
· Tercer Encuentro Internacional del Mar, Coatzacoalcos, Veracruz, México.
· II salón Internacional de la Cooperación, Dakar, Senegal.

25. Un Curso de Hidrología Marina: “El Poder Curativo del Agua de Mar” ha sido reconocido de INTERÉS SANITARIO por el Instituto de Estudios de la Salud del Departamento de Sanidad y Seguridad Social de la Generalitat de Catalunya (Gobierno Catalán)

26. El Agua de Mar también se utiliza en Agronomía ( Agricultura Biosalina, en Arabia, Eritrea, China, Colombia, México,etc.) y en Ganadería, demostrándose en diferentes estudios de grado en la UNA (Universidad Nacional Agraria) el efecto muy benéfico de la ingesta de Agua de Mar en el ganado para el engorde más rápido, la cura de diferenrtes enfermedades y la prevención de las mismas.

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El Agua de Mar es el recurso natural más abundante en el planeta Tierra, ya que constituye el 70 % de su composición. Es gratuita y es ofrecida generosamente por la Naturaleza a la humanidad. Es una bendición de Dios que nos ayuda a recuperar la salud y mantenernos con energía y un bienestar físico completo. En los oceanos primigenios surgió la vida (primeras células) y en el Agua de Mar permanecen los elementos que dieron origen a la vida y que al restituirlos a nuestro cuerpo , a nuestras células, nos devuelven la vida cuando estamos enfermos.
Los pacientes la toman en un promedio de medio litro al día, pura o mezclada con agua dulce, con refrescos cítricos (naranja, limón, piña, tamarindo, papaya, guayaba, etc.) o la usan en vez de sal común para cocinar (sopas, verduras, arroz, frijoles, etc.).
No es nuestra intención hacer ningún tipo de proselitismo, ya que al ser gratuita el Agua de Mar, su distribución y consumo no responde a ningún interés, ni farmacéutico, ni personal, ni mercantil, ni comercial. A los seres humanos nos ha sido dado el libre albedrío y la libertad de escoger e ingerir los alimentos y bebidas que consideremos pertinentes para nuestro salud y bienestar.
El objetivo de este programa de difusión del Método Marino es llegar a los países más pobres del planeta para salvar, por medio de la ingesta diaria de medio litro de Agua de Mar, de la muerte por desnutrición a los 10 millones de niños que mueren anualmente en el mundo.
Esta información la ofrecemos en los medios de comunicación éticos para aclarar dudas que se hayan podido generar por desconocimiento, y por respeto a nuestros pacientes, que han depositado desde hace años la confianza en este método natural e inofensivo de recuperar la salud. Los resultados están a la vista y no podemos ignorarlos.
Estamos a la disposición para facilitar información científica y experiencia médica a quien de buena fe quiera probar la terapia marina y/o difundirla entre sus pacientes.
htpp://dispensariosyoasismarinos.blogspot.com

Lista de Médicos que han consumido y/o prescrito el Agua de Mar:
1. Dr. José Enrique Solis. Pediatra. Hospital Manuel de Jesús Rivera (La Mascota).
2. Dra. Marlene Bordas. Médica General. Directora de la Clínica docente de Ciudad Sandino.
3. Dra. María del Socorro Zepeda. Médica General. Maestría en Salud Pública. CEPS.
4. Dr. Luis Mairena. Médico especialista en Ortopedia y Traumatología. Policlínica Morazán.
5. Dr. José Francisco Somarriba. Médico especialista en Traumatología y Ortopedia. Hospital Roberto Calderón.
6. Dra. Liset Castillo. Médica Dermatóloga Pediátrica. Hospital Vivian Pellas.
7. Dra. Norma Estela Francis. Clínica de la Iglesia Nuestra Señora de los Ángeles. Tiene un dispensario marino.
8. Dra. Evelyn Kraudy. Psiquiatra. Fue Directora del Hospital Psiquiátrico. Tiene un dispensario marino.
9. Dr. Liberato Villavicencio. Médico Internista. Clínica de la Parroquia San Luis Gonzaga. Tiene un dispensario marino.
10. Dr. Juan Manuel López. Médico General. Médico de la Prepa/Internado de la UNAN-León. Difundió el método marino desde el Departamento de Bienestar Estudiantil de la UNAN-León.
11. Dr. Armando Matute. Médico Internista. Infectólogo. Decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNAN-León.
12. Dra. Leonor Gallardo. Médica Salubrista. Docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNAN-Managua. Fue Directora de la Cruz Roja.
13. Dra. Rosa Quintanilla. Pediatra. Médica docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNAN- Managua.
14. Dr. Moisés Elías Bautista Lara. Médico General. Docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNAN-Managua.
15. Dra. Violeta de Trinidad. Médica con especialidad en Otorrinolaringología. Hospital Regional de Jinotepe.
16. Dra. Alexandra Pereira. Médica Salubrista.
17. Dr. Eduardo de Trinidad Barboza. Médico Salubrista.
18. Dra. Mary Luz Dussan Márquez. Médica Salubrista.
19. Dra. Elba Luisa Largaespada. Médica General.
20. Dra. Olga María Chávez. Médica salubrista. Directora del Hospital Roberto Calderón.
21. Dr. Javier Lacayo Bossa. Médico General. Médico Homeópata. Director de la Clínica de Extensión Académica Monte Tabor. UPOLI.
22. Dr. Manuel Collado. Médico General Naturoortopático. Director de la Clínica Médica de la UPONIC. Tiene un dispensario marino.
23. Dra. Brenda Barahona. Médica General Naturoortopática. Decana de la Facultad de Medicina de la UPONIC (1). Tiene un dispensario marino.
24. Dr. Edwin Urbina. Médico General Naturoortopático. Decano de la Facultad de Medicina de la UPONIC (2).
25. Dra. Maura Flores. Médica General Naturoortopática. Presidenta de la Asociación de Médicos Naturoortopáticos de Nicaragua. Tiene un dispensario marino.
26. Dr. Santos Wilfredo López. Médico General Naturoortopático. Asesor de la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional, para la elaboración de la ley de Medicina Natural y Terapias Alternativas.
27. Dra. Rubí María Selva. Médica General Naturoortopática. Es médica de “Naturaleza”. Tiene un dispensario marino.
28. Dra. Luisa Rojas. Médica General Naturoortopática. Tiene un dispensario marino.
29. Dr. Daniel Mayorga. Médico General Naturoortopático. Tiene un dispensario marino.
30. Dr. Roberto Ferguson. Médico General Naturoortopático. Tiene un dispensario marino.
31. Dra. Kenia Sánchez Gómez. Médica General Naturoortopática. Tiene un dispensario marino.
32. Dr. Mariano Mendoza. Médico General Naturoortopático.
33. Dr. Roberto Guerrero. Médico General Naturoortopático. Biólogo.
34. Dra. Silvia Juliana Robleto Hernández. Médica General Naturoortopática. Bióloga. Tiene un dispensario marino.
35. Dra. Victoria Bermúdez. Médica General Naturoortopática.
36. Dra. Digna Rosa Paredes Lara. Médica General Naturoortopática. SILAIS–Managua.
37. Dr. Sergio Zamora. Médico General Naturoortopático. Tiene un dispensario marino.
38. Dra. Ivania Espinoza Solórzano Balladares. Médica General Naturoortopática. Odontóloga. Departamento de Higiene y Seguridad de la Alcaldía de Managua.
39. Dr. Rafael Mairena. Médico General Naturoortopático.
40. Dr. Rodolfo Urbina. Naturista. Nutricionista. Tiene un dispensario marino.
41. Dra. Verónica Barreto. Naturista. Nutricionista.
42. Lcdo. Eduardo José Jirón. Nutricionista.

43. Dr. Juan Diego Pérez. Homeópata.

44. Dra. Ivania Espinoza Solórzano Balladares. Médica General Naturoortopática. Odontóloga. Departamento de Higiene y Seguridad de la Alcaldía de Managua.
45. Dr. Rafael Mairena. Médico General Naturoortopático.
46. Dr. Rodolfo Urbina. Naturista. Nutricionista. Tiene un dispensario marino.
47. Dra. Verónica Barreto. Naturista. Nutricionista.
48. Lcdo. Eduardo José Jirón. Nutricionista.
49. Dr. Juan Diego Pérez. Homeópata.
50. Dra. María Teresa Ilari. Médica Internista. Homeópata. Gerontóloga. Directora de la
Clínica Santo Domingo de los PP Jesuitas. Tiene 2 dispensarios marinos.
Y muchos otros que no han podido ser contactados al momento de escribir este artículo.
Dra. María Teresa Ilari
Telef.: (505) 22222598, 88446688